lunes, 7 de septiembre de 2009

Sírveme despacio que no estoy apurado

SLOW FOOD ES UNA ASOCIACION MUNDIAL QUE NACIO HACE VEINTE AÑOS PARA COMBATIR LA VIDA APURADA DE LAS CIUDADES Y PARA IMPEDIR LA DESAPARICION DE TRADICIONES GASTRONOMICAS LOCALES. YA ESTAN EN EL HOYO, PORQUE LO BUENO, SLOW, DOS VECES BUENO.
Nos convencieron de que las cosas hay que hacerlas rápido. Que no hay tiempo que perder, nunca. Que hay que vivir apurado. Y a veces, aún en lugares tranquilos y alejados del verdadero apuro como este, les hacemos caso. Por suerte, todavía hay espacio para hacer las cosas con su debido tiempo. La filosofía slow (del inglés lento, despacio), por ejemplo, llegó a la Comarca para quedarse. Conversamos con Gabriela Smit, del restaurante Pirque, fundadora del Convivium Chubut, que pertenece a la red internacional de Slow Food.
-¿Qué es la filosofía slow?
-La filosofía slow nació por una necesidad de la misma gente, de los productores y de las personas que se alimentan de manera diferente, que viven de manera distinta a la convencional, es más una filosofía de vida que sólo de alimento. Es, también, una fundación internacional que nace en Italia para contrarrestar el fast food, la comida chatarra. Su slogan es: bueno, limpio y justo. Justo para el que lo produce, para el que lo manipule, para el que sirve y justa la medida: tratando de cuidar el medioambiente, sin derrochar, con la idea de que los alimentos se consuman donde se producen, que no viajen, y ponerlos en valor, es decir, rescatar la cultura del alimento. Slow Food es una gran red, con sus nodos y sus lazos, que está en todos los rincones del planeta. A nosotros, cuando nos invita Slow Food Italia al encuentro de Terra Madre, que es el encuentro que se hace cada dos años en Torino, aprovechando que estaba allá, fundé el Convivium Chubut, que es el nodo de Slow Food en la provincia. Existen varios Conviviums en todo el país desde hace varios años. Ahora estamos asociando gente, como Fernando Pía, con el proyecto Ciesa. Acá de la zona también está la familia Scartasini, de la chacra La tranquerita. Pero tranquilo, esto es slow.
La idea también es llevar esto a la escuela primaria de El Hoyo, donde funciona una huerta que está tercerizada. La cocina de la Escuela 81 se nutre de esa huerta y también de otras materias primas del pueblo, como carne. Algo importante del movimiento slow es trabajar con el semillero de la localidad, desde abajo. Que los chicos tengan un conocimiento de los diferentes sabores, aromas, texturas y elementos que producimos acá; que se valoricen la mano de obra de acá.
-¿El slow abarca todos los procesos de la alimentación?
-En realidad Slow Food nuclea a toda la comunidad del alimento, o sea, a toda la población, porque toda la población se alimenta. Slow puede ser un vecino, un productor, un cocinero. En slow, a nivel internacional hay varias ramas muy fuertes. Una es la juventud slow, que nació en Estados Unidos y que es muy fuerte en todo el mundo; después está la red de cocineros, que es una red mundial; después están los músicos de la tierra, porque no solamente es la comida, también hay que acompañar con los sonidos de la tierra, por eso es interesante la reseña que hicieron en el número anterior del disco de Nelson Avalos, porque engancha con lo local y con la mentalidad slow.
-¿Cómo se da cuenta alguien que no conoce nada al respecto que algo pertenece al slow?
-Cuando entrás a un local slow primero lo percibís porque no hay televisión, la música es tranquila, el ambiente es relajado, y el alimento que te sirven se distingue por la buena calidad desde el origen, porque nosotros, por ejemplo, hacemos un seguimiento desde el inicio de la producción hasta que lo ponemos en la mesa. Un control de materia prima, un control de la producción. Donde la geografía lo permite los cocineros slow tienen su propia huerta, o tienen una red de pequeños productores porque el pequeño productor es el que más cuida su cultivo, él sabe que tiene que agregarle valor: no es lo mismo comprar una lata de alcauciles que comprarle a Patricio Graziosi, que sabés que el alcaucil creció a dos kilómetros de tu casa, y fue cultivado a conciencia.
-¿Cómo hace alguien para unirse a slow food?
-A todos los que quieran unirse los invitamos a que vengan acá a Pirque que es la sede del Convivium Chubut. Acá se pueden asociar todos los que quieran de la provincia e incluso de Bolsón o Bariloche. Desde restaurantes hasta productores. Hay que estimular al productor, hay que estimular al vecino, que apague la novela del Directv y se ponga a plantar lechuga o lo que sea que le permita su terreno o el clima.

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