lunes, 7 de septiembre de 2009
la caja viva
TODAS LAS TARDES POR EL CANAL 7 SE EMITE 678, EL PROGRAMA QUE INVITA A LA REFLEXION Y AL DEBATE, APELANDO A DOS RECURSOS QUE PARECIAN NO EXISTIR MAS EN LA TELEVISION: EL PENSAMIENTO CRITICO Y LA LUCIDEZ. Son seis y están en el Siete a las ocho de la noche: eso significa el nombre, pero ahí se acaban las obviedades. 678 ya tiene más de cien programas emitidos por la televisión pública, y por allí pasaron invitados de primera y se trataron temas ineludibles de la coyuntura política. Los seis del título son María Julia Olivan, Orlando Barone, Carla Czudnowsky, Luciano Galende, Sandra Russo y Cabito Massa Alcantara. Y cada uno de ellos aporta algún ingrediente necesario para esta ensalada mixta televisiva. Olivan, cierta belleza alla antigua y una versatilidad camaleónica al momento de conducir; Barone la intelectualidad y también algo de nostalgia por un tiempo que fue hermoso; Czudnowsky, la espontaneidad y los anteojos de marco grueso; Galende un manejo exquisito de la información y del lenguaje; Sandra Russo, bueno, Sandra Russo: la palabra justa, el pensamiento adecuado, la mirada original; Cabito el humor veloz y a veces bobo, pero divertido igual. Aquí están y estos son los seis fantásticos que le aportan el lado político, el debate, el pensamiento, y el escape obligado del sentido común al desierto implacable que es la televisión de estos días. La propuesta de 678 en sí no es original: allí están TVR, PNP, RSM –¿qué pasa con las siglas?– para mostrarnos que hace rato ya que la televisión es en sí misma una fuente más de contenido televisivo. Pero a diferencia de los otros programas nombrados, 678 –que no es una sigla pero casi– tiene ideología, una palabra vapuleada e incomprendida; una palabra que la posmodernidad guardó en el cajón de las palabras que ya no significan nada, en pos del relativismo absoluto. Y volver a tener ideología y hacerse cargo de ella es plantarse frente al mundo y a los acontecimientos cotidianos. Es hacerse cargo de un modo de ser y de decir. Es enunciar: hasta acá llego yo, esto ya no me parece bien. Y escuchar eso en la televisión no es algo a lo que estemos acostumbrados. Tal vez se le pueda reprochar cierta repetición en los tapes y en los temas abordados, pero es el precio que hay que pagar por un programa que piensa y hace pensar.
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