
-¿Cómo encontraste el tema de tus fotografías?
-Cuando viajaba siempre le sacaba fotos a la gente, hacía retratos. Pero cuando vine a vivir acá me pareció que toda la gente, de alguna manera, se conoce entre sí, y ya no me pareció tan interesante. Por un lado es eso, que no quería sacar más foto de gente, y por otro porque empecé a sacar fotos con una cámara muy chiquitita me dedicaba a sacar fotos de cosas chicas, como hongos, plantas, para hacer una guía. Además, lo fuerte de esta zona es la naturaleza. Y está bueno sacarle fotos a lo que hay. También hay una realidad que es que no sabemos nada, desconocemos mucho. Esto lo noto cuando ofrezco las fotos: la gente no conoce las plantas que tenemos, los pájaros, los hongos. Yo no los conocía tampoco, claro.
-¿Cómo es tu búsqueda?
-Siempre hice retrato, y ahí, en el retrato, uno busca la expresión de la cara. Lo mismo, esa búsqueda del detalle, de la expresión, lo pasé a la naturaleza. Estas plantas siempre tienen un detalle: un pistilo, los tallos, los pétalos. Aunque muchas veces descubro las cosas después, cuando miro las fotos: un gusano en una guinda, un reflejo en una fruta. Hay algo mágico en el descubrir los detalles. El pañil, por ejemplo, vos ves un globito, pero adentro es un mundo. De golpe no es que descubrís algo, sino que ves una cosa nueva. El cardo, tan áspero, pinchudo, y su flor tan suave y delicada. Y mirar es como juntar nueces, cuando comenzás no ves ni una, pero a medida que avanzás empezás a verlas hasta en la sopa. Lo mismo pasa cuando salís a caminar buscando fotos. Los días que saco fotos, me canso, me siento, y me doy cuenta de que en un metro cuadrado puedo estar más de media hora, mirando todo a mi alrededor. En todos lados hay cosas, el tema es que no las vemos. Y en todos lados hay detalles. Estamos muy acostumbrados a la macro escala. Cuando llegás a vivir a una zona como esta, por ejemplo, primero te impresionan las montañas, después los lagos, después el bosque, después las partes de los bosques: cada vez más micro, cada vez más cerca.
-¿Cómo empezaste a sacar fotos de frutas finas?
-Empecé cuando hice un diseño para una dulcería de la zona. Para ese trabajo usamos ilustraciones pero siempre lamenté no tener fotos sobre el tema. Entonces, cuando terminé, empecé a meterme con las fotos de las frutas y sus flores. Son flores impresionantes: la del arándano, la de las moras. Y las frutas son una locura. Digámoslo así: si las flores son arte, pintura, las frutas son diseño puro. Sus formas son increíbles, geométricas.
-¿Cuál es tu objetivo: la búsqueda de la belleza o el conocimiento?
-La idea es darnos cuenta de que lo lindo, la belleza, no la hacemos nosotros. Está en la naturaleza, es de dios o de quien vos creas. Lo que tenemos que aprender nosotros es a saber verla, a encontrarla, a disfrutarla. Y mi objetivo es ayudar a eso. Vos podés ir caminando, ver una flor y cortarla, pero creo que si la conocés bien a esa flor, si ya la viste en detalle y conocés sus secretos, no sé si la cortás: al menos dudás antes de hacerlo. Conociéndolas aprendés a respetarlas, a cuidarlas más. Y nunca sobra saber de algo.
Leo el autor de la foto de tapa de este número. Y se lo puede encontrar en la Feria Regional de El Bolsón.
Más en www.reflejosdelbosque.com.ar
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