EN ESTA SEGUNDA PARTE DE LA ENTREVISTA, EL INGENIERO AGRONOMO JOSE DUMM CONTINUA HABLANDO SOBRE LA IMPORTANCIA DE AGRUPARSE PARA TRABAJAR: NO SOLO PARA MEJORAR LAS PRACTICAS SINO COMO MANERA DE MANEJAR COSTOS Y ALCANZAR CERTIFICACION ORGANICA.
-¿Son todos productores de fruta fina los de este grupo?
-Este grupo sí. Existen otros grupos que maneja el INTA con Cambio Rural que tienen huerta y demás, pero no los manejo yo. El grupo en el que participo es sólo de fruta fina. Estoy muy contento, porque en todos lados me reciben bien y es un trabajo placentero. Siento que va para adelante. Al principio creía que al tiempo de estar con un productor se iba a agotar el trabajo, la relación. Y al contrario: a dos o tres años de estar trabajando tenemos más proyectos que nunca. Y muchos productores se están animando a plantar más, a plantar especies y variedades que no se animaban a cultivar o a hacer cuestiones alternativas. De modo que todo esto es sumamente positivo.
-¿Qué pasa con los productores orgánicos?
-Estamos evaluando la posibilidad de armar un grupo de productores orgánicos o con tendencia hacia lo orgánico, cuyo objetivo final sea la certificación conjunta orgánica. Por un lado tiene que ver un poco con la filosofía de la zona, y por otro lado puede ser una posibilidad para seguir diferenciándonos de otros mercados o de otras zonas productivas. Y esto tiene que ver también con las condiciones agro-climáticas de la zona. Con este grupo estamos llevando adelante una serie de ensayos tratando de comparar tratamientos orgánicos versus no orgánicos, de modo tal de ir variando y afinando tratamientos. Me da la impresión de que en los últimos años hemos avanzado muchísimo en el conocimiento de la fruta fina local. Al haber más asesoramiento técnico en las chacras hay más posibilidades de hacer ensayos, de probar cosas, de evaluar o poner en práctica ciertos conocimientos. Si uno quiere saber mucho de trigo o de maíz simplemente abre los libros, pero en el caso de la fruta fina, sobre todo de la fruta fina en esta región, no había material de consulta, de estudio; porque como la zona es diferente al resto del país –y del mundo– hay que reensayar un montón de criterios: no había ni siquiera criterios de fertilización hace pocos años atrás. Nuestros suelos son muy particulares y esto también hace que las prácticas de las frutas finas sean tan diferentes con otras zonas: de ahí la necesidad que tenemos de formar grupos, hacer ensayos y generar criterios.
-¿Está la masa crítica de productores orgánicos o con tendencia hacia lo orgánico?
-Las estadísticas demuestran que un porcentaje bastante grande de la producción local ya es orgánica. Lo que ocurre es que eso puede ser una lectura relativa porque hay chacras grandes que trabajan en forma orgánica y quizá no haya muchos productores pequeños que trabajen de esa manera, y mucho menos que certifiquen, porque eso es costoso. Ahora, como existe un criterio de salud personal y ambiental bastante arraigado en la zona, existe esta idea, sea orgánica o no, de trabajar limpio, de cuidar la tierra, de cuidarse a uno mismo. De modo que en realidad hay muchos productores que casi son orgánicos: necesitarían un empujoncito y nada más. Por eso no sería difícil encontrar a esta gente. Y por otro lado a cualquier productor si uno le propone llegar a ser orgánico en general les interesa, y eso también tiene que ver con la ideología de la zona. Uno de los aspectos en los que tenemos que seguir mejorando, creciendo, en relación a lo orgánico es el tema de la escala. Porque un solo productor pequeño no puede llegar a exportar a un mercado más interesado en lo orgánico. Es necesario alguien que centralice, que haga acopio de todas estas pequeñas producciones. Y tenemos dos opciones: una es un acopiador externo, como sucede en muchos lugares, y otra es el cooperativismo, es decir asociarse en torno de una preocupación o una idea productiva. En definitiva esto es lo que estamos haciendo con el grupo de Cambio Rural, y antes –y por fuera, aunque conteniéndolo–, está la Cooperativa Paralelo 42º. Por esto es interesante comprender que el rol de lo cooperativo cada vez va a ser más importante, y a medida que queramos llegar a otros mercados –internos o externos–, también deberemos aunarnos para que esto sea posible. Y para pequeños productores –que no cuentan con gran capital ni son grandes empresarios– es imprescindible, si no solamente les quedará el mercado local, que por ahora sigue siendo importante pero en algún momento habrá que dar el salto. Además, la certificación orgánica es cara, pero si se hace de manera colectiva los gastos se vuelven más accesibles. Certificar en grupo puede costar la cuarta, la quinta parte que certificar solo. Este sería otro de los motivos para tratar de formar un grupo orgánico: abaratar sensiblemente el proceso de certificación. En muchos países desarrollados hay una activa defensa de las tierras agrícolas. Nosotros vamos un poco atrasados, y entonces quizás nos interesan más las tierras con usos inmobiliarios, turísticos, etcétera. Pero la tierra es un bien que no se puede reproducir, de modo que lo que hay hay que cuidarlo. Es interesante entonces defenderla y cuidarla a través de estas formas productivas que protegen la tierra, protegen el medio ambiente y evitan la urbanización de los campos.
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