jueves, 13 de agosto de 2009

Editorial

Los últimos censos de producción de fruta fina de la Comarca reflejan que hay menos de ciento cincuenta hectáreas cultivadas, sumando todas las frutas de todos los pueblos de la región. Hace veinte años, las hectáreas eran casi doscientas. Que la superficie cultivada hoy sea menor que la de hace veinte años puede tener distintas explicaciones y pueden estar dadas por la economía, la política y la antropología. Pero para nosotros, los productores que vivimos en ese subibaja, sigue siendo, más que un interrogante, un desafío.
El desafío es la construcción de un entorno que contenga la actividad y la consolidación de variables que sostengan su desarrollo.
Armar la cooperativa fue la primera respuesta de los primeros productores cuando se detectó que el frío ayudaba a defender los precios y que la escala hacía posible los costos de los procesos que ese frío demandaba.
Hubo muchas respuestas atinadas –y de las otras– a los interrogantes que nos fue planteando la actividad, que a fines de 2001 conoció su momento mas crítico cuando la convertibilidad llenó los mercados de dulces de todo el mundo y fruta chilena con valores difíciles de igualar. La recesión por pocas ventas, los malos precios y los distintos fenómenos climáticos, como sequías e inundaciones se encargaron del resto.
Sostener la cooperativa fue la segunda respuesta cuando la actividad se hacía pedazos y las pocas hectáreas que quedaban tenían índices de productividad insoportable.
Sostener la cooperativa y con ella iniciar un plan: invertir en análisis y diseño, en asesoramiento técnico para llegar a los rindes necesarios, para tener costos adecuados, lograr nuevos mercados, en definitivas hacernos nuevamente competitivos.
La cooperativa, entonces, invirtió en pensamiento y en gestión y hoy se ven los frutos. Y si bien se mantienen las hectáreas, se duplicó la cosecha al pasar de 4 ton/ha promedio a 8 ton/ha. Mejoramos en infraestructura y también en procesos. Aumentamos la capacidad de frío ofrecida a nuestros socios de 20 a 100 toneladas y seguimos creciendo.
Agrandar el sector y la cooperativa debe ser la respuesta de este momento. Plantar más y mejor, diversificar, especializar, mejorar procesos. Siempre apostando y sosteniendo el núcleo asociativo
Ecos vuelve a recordarnos lo que hacemos, quiénes somos, contarnos cómo andan nuestros proyectos.

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