miércoles, 7 de octubre de 2009

El chef punk

ANTHONY BOURDAIN ES UN COCINERO QUE ROMPE EL ESTEREOTIPO: ROCKERO, BARDERO Y LLENO DE ACTITUD, VIAJA POR EL MUNDO Y ESCRIBE LIBROS.
"Escribo, como, viajo, y estoy hambriento de más”. Esas palabras en inglés, precisas y sin vueltas, es lo primero que uno escucha cuando empieza Sin reservas, el programa de Anthony Bourdain –Tony para los amigos: y de más está aclarar que una vez que viste su programa o leíste alguno de sus libros ya sos su amigo íntimo–. Y eso, escribir, comer, viajar, es lo que hace.
Tony Bourdain viaja por el mundo probando comidas y tomando bebidas –alcohólicas y de las otras, pero sobre todo alcohólicas– y fumando cigarrillos y escuchando música. Tony se mete en lugares donde pocos se meterían, hurga en villas y favelas y rancheríos en busca de la mejor comida, de la más original y también de la que sea más sincera con su tradición. Tony viaja a la Argentina, por ejemplo, y come choripanes en la Costanera Sur de Buenos Aires y un pollo al disco con hippies del Bolsón. Está cinco segundos en el Centro Cívico de Bariloche, señala a “Roca el asesino”, escucha a lo lejos música tirolesa y huye despavorido. Tony sigue su viaje y come carne en El Calafate y dice, pensando en los vegetarianos: “Por el amor de Dios, tenemos dientes en punta por un motivo, ¿por qué pelear contra millones de años de evolución?”. Tony termina su viaje en la Villa 31, mientras come la cabeza de un cerdo que se cocinó en un tacho de 200 litros cortado al medio. Toma cerveza con vino y escucha cumbia, y dice: “Esto es vida”. Y este es sólo uno de las tantas emisiones de Sin reservas. Ya estuvo en ciudades de Colombia, México, Brasil, India, Malasia, Indonesia, China, Taiwan, Uruguay, Alemania. Y deberíamos parar, porque estuvo, en serio, por todos lados.

Tony Bourdain es el chef que le puso rock y actitud a la cocina. Después de años de estar atrás del mostrador, escribió un libro que sacudió el glamoroso mundo de la comida: Confesiones de un chef: Aventuras en el trasfondo de la cocina, en el que sacó al sol –literalmente– los trapos sucios de su profesión y también sus miserias y pequeñeces. En tono autobiográfico, escribe: “Por lo que voy a contar de mi nada estelar carrera, podrías sacar la conclusión de que todos los cocineros de una cadena son locos perdidos, degenerados, drogadictos, maníacos, matones, borrachos, rateros, psicópatas y putas. Y no estarías muy lejos de la verdad”.


Confesiones de un chef: Aventuras en el trasfondo de la cocina. Editorial Del Nuevo Extremo.
Sin Reservas. Miércoles a las 22. Discovery Travel & Living.

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